lunes, 28 de febrero de 2011

HISTORIA DEL ECUADOR

Los primeros registros de asentamientos humanos conocidos en el actual territorio ecuatoriano son de hace aproximadamente 12.500 años. Del Paleoindio quedan vestigios en Las Vegas, Chobsi, Cubilán y pinturas rupestres amazónicas. Además, existen múltiples vestigios de puntas talladas de obsidiana, cerámica, uso de metales y en menor medida construcciones, siendo las más relevantes las encontradas en el sierra norte, como son las pirámides de Cochasquí y, en la costa, las tumbas de la cultura La Tolita. En un principio, estas regiones estaban habitadas sólo de pequeñas poblaciones de indígenas hasta que pasaron a formar parte del gran imperio Inca. Antes de la llegada de los españoles, el desarrollo de la cultura aborigen se había determinado en los períodos conocidos como Paleoindio, Formativo, de Desarrollo Regional, de Integración e Inca. A la llegada de los incas, se estima que habitaban en el territorio del actual Ecuador más de 46 pueblos descendientes de los minchaleños y encarnacionillos y los más numerosos: Pastos, Caranquis, Imbayas, Paltas, Puruháes, Panzaleos, Cañaris, Quitus, Hambatus y otros, que fueron sometidos por la mayor potencia militar del Incario y por pactos regionales entre los monarcas locales y los delegados del Inca. Durante el Incario, se construyeron algunos asentamientos con la arquitectura foránea, siendo de los más importantes Ingapirca (aún se conserva buena parte de los restos arqueológicos) y Tumipampa (Tomebamba) (la ciudad de Cuenca fue fundada sobre la última aunque se conservan sus ruinas en algunos sectores). La permanencia de este pueblo no fue mayor a 60 años.
Etapa española


Centro Histórico de Quito.
En 1534, el capitán español Sebastián de Benalcázar conquistó tierras ecuatorianas. Éste, una vez tomada Quito, la refundó como ciudad española, el 6 de diciembre de 1534, bautizándola como San Francisco de Quito en honor a Francisco Pizarro. Quito fue capital de la Presidencia de Quito y Real Audiencia de Quito formando parte del Virreinato del Perú. Los españoles utilizaron no solamente los asentamientos urbanos indígenas como base de las nuevas ciudades mestizas, sino que también usaron varios elementos de la estructura social autóctona para colonizar los territorios que ocuparon; los indígenas los superaban en número pero los españoles tenían una mayor destreza militar por lo que sometieron a las poblaciones indígenas, obligándolas a abandonar los valles templados de la Sierra y ubicarse en los páramos altos. Los Incas, además de estar en guerras internas desconocían las armas de fuego. Se dice que muchos indígenas pensaron que los españoles que montaban sus caballos eran seres de cuatro patas y comparaban el sonido de los cañones con el de los truenos, pero no pasó mucho tiempo para que los indígenas empezasen a defenderse a pesar de su desventaja. Quito fue el principal asiento español en la zona, y de ella partieron las expediciones que permitieron el descubrimiento del río Amazonas, y la fundación del resto de ciudades ecuatorianas. En 1739, el actual Ecuador se integró el Virreinato de Nueva Granada junto con Caracas, Panamá y Santa Fe de Bogotá. Las relaciones entre la población autóctona y los recién llegados se rigieron por instituciones jurídicas como la Mita y la Encomienda, esta última aprobada por las Leyes de Burgos en 1512 para la defensa de los indio. Enfermedades como el sarampión diezmaron la población indígena. Esto hizo que para el trabajo forzado se trajera población africana negra, en calidad de esclavos, lo que contribuyó al mestizaje del Ecuador actual. Además de los esclavos negros, gran parte de la población negra en el país es de la actual Esmeraldas. Se dice que un barco de esclavos naufragó frente a las costas esmeraldeñas y una gran cantidad de esclavos quedaron ahí con dos españoles supervivientes que murieron al poco tiempo. La colonia permitió el desarrollo de las artes, especialmente la arquitectura, pintura y escultura. En la Colonia se destaca la Escuela Quiteña, como un espacio de alta producción artística, famosa hasta la actualidad, por autores como Miguel de Santiago, Caspicara y Bernardo de Legarda, entre otros. La imaginería religiosa se reconoce por la finura en la confección y la innovación escultórica que permite el movimiento de las extremidades y de los ojos en las figuras.

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